STORIES OF MEN AND BLOOD
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domingo, 28 de abril de 2013
sábado, 27 de abril de 2013
viernes, 26 de abril de 2013
martes, 23 de abril de 2013
lunes, 22 de abril de 2013
domingo, 21 de abril de 2013
martes, 16 de abril de 2013
domingo, 14 de abril de 2013
MIENTRAS PEGA LA LLUVIA EN LA PARED
MIENTRAS PEGA LA LLUVIA EN LA PARED
---*~*~*---
Te has dormido con la cabeza en mi regazo. En
silencio. Simplemente, como buscando un refugio que yo no puedo darte.
Tú no tienes culpa alguna de lo que sucedió esta noche .
En todo caso, si hubo culpa, ésta fue toda mía...y sólo mía.
Sigue lloviendo. Ya no hay tregua posible en este cansado
otoño.
Mis dedos se enredan una y otra vez en la mata oscura de
tu pelo, y un suspiro me indica que la angustia aún no te abandona.
Ya ves: me hiciste volver sobre mis propios pasos .Algo
que jamás hago, que nunca antes había hecho.
Pero, ¿es qué...Sabes?...Cuando te vi allí... bajo la
lluvia...
Duerme, criatura. Es mejor así, que duermas, mientras yo
pierdo mis ojos en este oscuro rincón que siempre ha sido mío ,y que no da a
ninguna parte, y que apenas me devuelve,a través del ventanuco, un poco de luna
en las noches estrelladas y quietas, ésas que para mí carecen de sentido.
Mis dedos van y vienen, una y otra vez, por el remanso
triste de tu pelo.
Lo que pasó...pasó. Sé que te costó llamaradas de
vergüenza, y el temor (peor aún que la muerte) de leer una vez más la burla y
el escarnio en el fondo de mis ojos.
Pero me suplicabas, y yo, que lo niego todo, y que me
endurezco aún más ante el espectáculo idiota de le gente de rodillas, esta vez
no pude hacer otra cosa que concederte lo que me pedías.
¡Es que era tan simple!
Después de amarme como nunca antes me habías amado, tu
angustia pugnó por un único alivio: me pediste la gracia de llorar a gritos,
abrazado a mi pecho. La gracia de gritar, de sollozar, de insultarme y de
insultarte por lo que el destino quiso que hiciéramos de nuestras vidas.
Discúlpame...Yo no sé escribir ni hablar tan bien como lo harías tú: no puedo enhebrar más que palabras
filosas como hachas, que hacen daño aún en las heridas más antiguas.
Me pediste permiso parta gritar mi nombre desgarrándote
en tu dolor, llenándome de puñetazos inútiles el pecho, mordiendo la rabia que
te sacudía desde dentro, donde llevabas (y llevas, y llevarás todavía... ¡pobre
infeliz!) algo más fuerte que el odio.
Gritaste, aullaste como fiera, maldijiste todo lo que te
unía en invisible y poderoso lazo a mi persona... Renegaste de todo; hasta del
frágil escudo de tu propio honor.
Querías no haber nacido nunca; querías no existir...O, en
todo caso, que yo no hubiera nacido...que yo no hubiera existido jamás...
(¡Ah!...Si tu Dios te hubiera escuchado antes!...)
Querías anularlo todo, cansado ya de cargar con tu
delirio, y de soportar incluso el mío, que yo no puedo llevar ya conmigo en
modo alguno.
Exhausto, te dormiste abrazado a mis rodillas, acurrucado
en el suelo, bestezuela hambrienta de un simple gesto de atención o afecto, que
yo no puedo brindarte.
Tus quejidos mientras duermes me anuncian que el dolor no
cesa ni bajo la piadosa sombra del sueño, que es lo que más se parece a esa
muerte que me pedías como un favor, y que yo... pude darte... y no quise.
-Abre los grifos del gas, vete, y déjame sólo, si es que
no quieres morir conmigo... Hazlo...Hazlo ya, por favor, Jethro.....
-¿Morir contigo?.. ¿Es que estás loco?... Si muriésemos
juntos en un mutuo abrazo, el mundo sabría la verdad. Y eso no puedo
permitírselo yo al maldito mundo. No puedo permitírselo a nadie. Sabes lo que
ocurriría si te encontraran muerto aquí, ¿y en una forma tan infamante?
-Sí, lo sé... Pero no me importa... ¡Juro que no me
importa, Gibbs!... ¡Basta!.... Ya no puedo... ¡ni podré soportarlo un sólo día
más!
Reí:
-Sí que podrás... ¡Ya lo creo que podrás!... Para eso
estás hecho,Di Nozzo-... No te das cuenta de que, sin uno de los dos, el otro
(no digo ya su vida, sino todo su sér, o, si lo prefieres, el mero hecho de su
existencia) ¿no tendría ya sentido alguno?
(Era mentira. Tú sabes que era mentira. A mí me toca
morir primero. Y tú debes vivir. Es la ley. Y la ley no debe torcerse por
ningún motivo).
-¡Maldito hijo de...!... ¡Bastardo!..... Me niegas aunque
más no sea esa gracia,Gibbs?...
-Regocíjate de que te concedo permiso para llorar a
gritos, para que puedas desahogarte. No suelo hacerlo jamás, Di Nozzo.:tú me
conoces muy bien.”
La impotencia
hizo estallar entonces tu pecho en mil pedazos; murmurabas palabras
ininteligibles, frases viejas de dolores viejos, de heridas de infancia: el
abandono de tu padre, la soledad, la pesada carga del honor y del deber, el
juramento absurdo hecho en los días de tu plena inconsciencia infantil...
Duerme, por favor, duerme... y no despiertes hasta que
sea bien entrada el alba. Podría llevarte al lecho, y acostarme contigo una vez
más... Pero no... Mejor no. Si despertaras... ya no tendría la oportunidad de
decirte todo lo que quiero decir ahora. Todo lo que necesito decir... lo que
necesito vomitar ahora, desde el fondo de mis tripas, sabes...
No suelo ser generoso con las palabras. Ya me conoces .y
mi manera es brutal.
¿Qué?... ¿Tiemblas?... Sí; tiemblas de horror en tanto tu
sueño contempla quién sabe qué oscuros secretos en la omnipresencia de mi
cuerpo en tu piel, en tu sangre... en tus huesos...
Y tiemblas de amor cuando me reconoces en el último rayo
de luna que muerde la tierra antes de la aurora.
-¡No puedo más, Jethro!... ¡Te juro que no puedo
más!...
-¿Y con ello?
-¡Siempre con tu maldita indiferencia, Gibbs! ¡Ah! Si me
fuera concedido morir mientras duermo, antes de que despunte un nuevo día,
¡antes de despertar!... ¡Otro día más soportando esto!... ¡Otro día más,
maldito Gibbs!... ¡Otro día más!....
Pero aferrabas mi pecho para no soltarlo. Querías
enterrarte en él, disolverte, desaparecer en mi carne, bajo mi piel,
dispersarte por mi sangre enferma, clavarte a mis huesos.
Pequeña aurora. Rayo de sol furtivo que besa mi noche
eterna. Te ahogas. El dolor te estrangula, con más fuerza aún de lo que podrían
hacerlo mis dedos, que ahora viajan por tu cuello, esa delicia de seda que se
ofrece a mi boca como un bálsamo... cuando tengo sed... mucha sed... ese
refugio tenue y a la vez fuerte y duro para la furia de mis besos...
Me muero por besarte una vez más....y otra....y
otra....Pero no lo hago. Mi boca tiene el extraño poder de turbarte el sueño y
la vigilia; por eso la muerdes siempre hasta hacerla sangrar, en tanto yo hago
lo mismo con la tuya.
La pared vacía, mojada por la lluvia, llena el ventanuco
que da a ninguna parte. -No hay más luz que los relámpagos que, de tanto en
tanto, acuchillan el cielo nocturno, plomizo; no hay más ruido ni música que tu
respiración, de a ratos tranquila, de a ratos agitadas, obre el lejano batir de
esta lluvia intensa, de esta lluvia que no cesa.
En una noche así se suicidó la mujer que me diera alguna
vez a luz, para su desgracia, y más aún para la mía...Una mujer a la que nunca
podré volver a llamar”madre”.
Justo frente a mis ojos, ojos de doce años que ignoraban los juegos infantiles, la
ternura y el reposo, y que se alzaban, fríos, para contemplar aquel cuerpo
extraño que pendulaba, colgado de las vigas del techo, en una húmeda habitación
llena de invierno.
Pero, como siempre ha ocurrido en el caos inexplicable de
mi vida, aunque crecí y luché..me encontré con que ya era demasiado tarde. Sin embargo....cuando pude
abrir un poco el ventanuco, el único que me había quedado para contemplar
alguna otra cosa que no fuera la muerte.... tuve todavía tres cosas... sólo
tres cosas... un rayo de sol... un único rayo de sol... que también me fue
arrebatado arteramente,en una noche
como esta.
Los hilos invisibles con que me sostengo me sirvieron y me sirven para resistir, para
aguantar, para que el tiempo siga pasando de largo, mientras que yo intento
hacer que se olvide de mí... que el tiempo se olvide de mí.... que haga a un
lado mi condena.
Y quién, sino tú, iba a ser mi postrer rayo de sol?
............................................................................................................................................... Por ese ventanuco, por ese único y paupérrimo ventanuco
entraste tú, y yo, aterido en el frío de mi existencia, me puse bajo tu
lucecita tenue, que brillaba con una infatuada presunción de orgullo y
arrogancia.
¡Qué tontería!
¿Qué clase de orgullo?... ¿qué especie de
arrogancia?...
El pequeño rayo de sol se acurrucó a mis pies, rogando,
suplicando que le dejara calentarlos en las noches de invierno.... e ignorando
que realmente era yo quien suplicaba, sin decirlo, por ese calorcito dulce
que sueles darme, de a ratos, después de nuestra furia compartida, cuando en tu
boca y en tus dedos empieza a nacer la necesidad de esconderte en mí, de
sepultarte en mi pecho.
Cuánto te gusta mi pecho... ¡cuánto! Para ti, yo sé que
es una imagen del silencio, de un paraíso extraño, de un nirvana que te
disuelve en la inefable benevolencia de la nada. Por eso te duermes
siempre así, siempre en mí, y sobre mí....
Cuando ya sé que te has dormido, entonces...
Entonces te abrazo. Antes... antes no me atrevo. Antes no puedo. Y te beso,
pero sin tocar con mis labios los tuyos; te beso sin rozar siquiera la
porcelana esquiva de tu frente, ni el glorioso nido de tu garganta... No sé si
hoy me atreveré a decírtelo.
¡Cómo te abrazas a mis rodillas!
Ven. Recuéstate dormido en este pecho, antes de que se
reviente, antes de que se haga añicos por tener que seguir callando lo que
eternamente debo callar.
Así... así... pequeño rayo de sol... Tony...... ¡Cuánto
quisiera tenerte ahora otra vez!
Pero no. Mejor no.
Mejor seguir gozando del dulce reposo de tu cuerpo
exhausto.
El mundo cree que tú eres una especie de príncipe
encantado, en tanto yo soy el guerrero plebeyo
hecho a fuerza y a furia de golpes, a sangre vertida sin miramientos, a
venganzas absurdas...y que luchamos
para hacer valer la supremacía de nuestras propias fuerzas, del poder
asesino de estas dos máquinas infames de matar que son nuestros cuerpos... Deja
que el mundo lo siga creyendo así.
Tú y yo sabemos muy bien que tan sólo somos dos desgraciados,
dos infelices que se buscan en el medio del frío de un interminable invierno,
para darse mutuamente calor, para beberse, para apurarse el uno al otro,
consumidos por esta sed inextinguible, por esta voracidad culpable que no
tiene ni tendrá fin.
Ahora que duermes me gozo en abrazarte, en recorrer tu
espalda poco a poco con mis dedos, en esconderlos en tu nuca bajo el manto
perfumado de tu pelo....
Ternura... ¡Si supieras!...
Si supieras que si tú me faltaras... yo... yo... sí...
¡seguro!...yo... me mataría.
Si supieras,...Tony!
Pero es mejor que no lo sepas. Por eso mi silencio, mi
indiferencia, esta frialdad mía que te destroza por dentro cuando tú supones
que mi pecho, este pobre pecho mío que tanto amas, es tan sólo un páramo de
piedras y arena, seco y estéril, que te devuelve un capítulo más de tu larga
historia de frustraciones, de angustia, de soledad...
Sueñas. Transpiras. Te agitas. Las gotas de tu sudor
bañan mi piel... ¿Sueñas, alma mía, sueñas?... ¿Qué sueñas?... ¿Sueñas que me
amas?... o quizás sueñas que nunca me has amado, que estás libre de esta pesada
carga, de esta marca infame que hiere tu natural orgullo... Dime qué sueñas...
Dímelo con esos gemidos que me encienden la sangre gota a gota...
No puedo más. Voy a besarte. Voy a dejar morir mi boca en
tus cabellos, en tu cuello, en la dulzura oculta de tu garganta... Rayo de sol
nacido de la aurora, para morir irremediablemente en la brutal ceguera de cada
una de mis noches....
Tu piel me sabe a gloria. Húmeda, tibia, como un cántaro
para esta sed prohibida que siempre ha vivido conmigo, quemándome la lengua
hasta que el bálsamo de tu boca la refresca y la apaga....aunque tan sólo por
un breve tiempo, sabes, porque tú y yo somos como el mar: cuanto más bebemos de
nuestras bocas, de nuestra piel, de nuestros cuerpos... más sed tenemos... más
y más sed...
Te beso, y no despiertas, porque mis besos viven en tus
sueños.
Podría llevarte de nuevo a mi lecho... Pero es mejor
yacer aquí, descansar sobre este suelo pobre, humilde, cubierto tan sólo por
esta gastada alfombra sin color alguno, y este par de cojines, mirando el
ventanuco aquel que da a ninguna parte.
La lluvia está cediendo. Pronto asomará la luz endeble de
una luna herida, partida en dos por la sombra de esta pared húmeda y mohosa.
Mis manos recorren tu espalda, desde tu nuca hasta el
nacimiento de tus nalgas... y aún se atreven a bajar más... y más... para
llegar por fin al delicioso nido que tu carne ha preparado para que mi ansiedad
encuentre algún reposo.
Te estrechas más contra mí. Crees hallar un refugio en
este pecho que tanto me duele... sin saber que tú eres mi refugio, el escondite
secreto de todas mis calladas tristezas.
El ruido de la lluvia se hace cada vez más inaudible. La
tormenta ha cesado. Mi mano viaja por tus muslos. Mi boca se esconde en tu
pelo. Cierro los ojos...
Mi corazón se quiebra de golpe al sentir que has
despertado.
-¿Jefe?.... ¿Qué...qué hora es?....¿Qué pasa?-
-Nada. Duerme, Tony. Aún no amanece. Duerme.
-¿Y tú?... Aaahmm... ¿Usted no duerme, Jefe?...
-¡Basta ya, Anthony!... déjame dormir, ¡y ya duérmete tú
también de una buena vez!
Sonríes. Te revuelves en un mimoso gesto, mientras haces
ademán de viajar con tu boca a lo largo de mi cuerpo, una vez más.
-No. Ahora no. Deja eso ya, y duérmete.
Obedeces... pero protestas. Divinamente.
-Ahmmm... al menos podríamos haber ido a la cama...
Ahmmm... para estar algo más cómodos... ¿no cree?...
-¿Quieres ir a la cama?
Te miro, en tanto te desperezas. Cómo me gusta verte así,
¡aniñado en tu somnolencia deliciosa!
-La ventana de la alcoba
principal por lo menos tiene otra vista... da al patio interior...
-Oh, sí. Un patio donde ya no hay nada.
Enciendo un cigarrillo, para esconder mis ojos detrás del
humo.
-No hay nada porque usted lo quiso así,Jefe. Yo lee ofrecí... ahhmmm!... traerle unos
rosales... recuerda?
-¡¿Rosales?!...¡¿¿Aquí??!.....¡¿Para qué?!....Para que
murieran, ¿como todo lo que cruza el umbral de mi puerta?...
-¡Jethro!... ¿Ya empiezas?..
-Oh.... ¡Ya duérmete de una buena vez, Di Nozzo!
Silencio. Cierras tus ojos, en tanto termino mi
cigarrillo para apagar, como siempre, la colilla contra la palma de mi
mano.
A lo lejos canta un gallo. Son más de las cuatro
AM.
La lluvia sigue cediendo; las últimas gotas golpean
contra la pared sucia, como queriendo despertarla de su triste letargo.
.Ay... ¡cuánto se parece a mi alma, esa triste, ruinosa,
solitaria pared que da a ninguna parte!
Y te has dormido otra vez, con la cabeza hundida
completamente en mi pecho. Tu boca derrama oleadas de aliento en mi piel
cansada; tu respiración me acaricia como siempre.
Enciendo otro cigarrillo, esperando a que se asome
la luna, partida en dos por la alta estructura de este muro gris.
La luna, madre del suburbio, hermana del silencio,
compañera infatigable de esta noche sin fin que es y será siempre mi
existencia.
La luna rota, herida, deshecha.
(Necesito un trago. Para algo tengo tan largos los
brazos: los estiro apenas un poco, y llego a la mesilla donde está mi botella
de bourbon. Sí...Necesito un trago. Y otro. Y otro más. Así está mejor, para
avivar aún más este fuego que me devora la garganta.)
En fin... Nunca lo sabrás, Tony. Nunca.
Nunca sabrás con certeza qué has sido, qué eres y qué
serás para mí.
Nunca lo sabrás, hasta que me haya ido definitivamente,
y, algún día, por pura casualidad, descubras esta carta, que voy a escribirte
ahora, inmediatamente, antes de que tenga que embriagarme otra vez para
olvidarlo todo, antes de que nazca el día; antes de que, como todas las
mañanas, tengas que abandonarme... para que ambos podamos vestir disfraz y
máscara.
Porque eres tú el que me abandona, ¿sabes?... y no yo a
ti.
Yo... yo estoy siempre contigo. Yo soy tu perpetua
angustia, tu miedo, tu secreto dolor. Todo lo que eres capaz de guardarte en el
escondrijo más oculto de tu alma.
Y aún no sé si, el día en que leas esto, podrás
creerlo.
Y, en verdad, no me importa. No me importa en
absoluto.
Yo sé que es cierto. Y con eso basta.
La luna rota besa tu piel por mí.
Ah.... lo olvidaba. (¿Ves lo que hace el alcohol?...
...)
Lo que quería decirte es que, desde el fondo de este
sucio pozo de miserias que es mi alma, yo... yo... te amo. Con desesperación.
Con locura. Más, mucho más de lo que pudieras imaginar nunca... y más,
muchísimo más de lo que has llegado a amarme tú.
Si es que lo que llaman “amor” es esta extraña sed que me
consume, que me vuelve loco por verte, por tenerte... y que me hace sentirte
como nunca.... especialmente cuando no estás conmigo.
Y es por eso que quiero terminar de una buena vez y para
siempre con todo este suplicio inútil.
Para que no te mueras, Tony, como hubieran muerto tus
rosales al cruzar el umbral de mi puerta.
Con esta especie de muerte lenta.
Con esta sed.
Ahora...
Duerme, Tony... Descansa...
Aún no ha comenzado a asomar la luz del alba.
Tuyo siempre,
viernes, 12 de abril de 2013
jueves, 11 de abril de 2013
miércoles, 10 de abril de 2013
martes, 9 de abril de 2013
lunes, 8 de abril de 2013
domingo, 7 de abril de 2013
sábado, 6 de abril de 2013
viernes, 5 de abril de 2013
jueves, 4 de abril de 2013
martes, 2 de abril de 2013
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